30/10/06

Diario de un niño normal

Querido diario:

Hoy ya he cumplido cinco años y me siento igual de pequeño que siempre.
El día ha sido igual que todos los demás: me he levantado a desayunar y he puesto el televisor: es ya toda una tradición.
No sé muy bien de que hablan en el canal que pongo todas las mañanas, se llama “noticias” o algo así, pero me gustan mucho las imágenes y fotos que ponen.

Anteayer salió “la mejor foto del año”, y era la de un niño de dos o tres años menos que yo que estaba dormido bajo una sábana con manos tapándole, pero cuando le dije a mi mama que viese la foto, me dijo que no dormía, sino que estaba muerto.

Justo después de la foto pusieron un reportaje de una nueva carnicería que habían abierto unos moritos, donde tenían a gente destripada y toda llena de sangre.
¿Quién abre una carnicería así? Yo quiero ir a verla, la sangre y las tripas no se veían muy bien por la tele.

Cuando he ido a comprarme el almuerzo con mi papa, he visto en el kiosco, al lado de las dulces, una revista con una mujer de tetas grandes y con las piernas abiertas, y habían muchas revistas.
Me gustan esas revistas, las veo cada día y a veces las cambian cuando ya me he aburrido de ver sus portadas.
También en el kiosco tienen lo que yo llamo “revistas de la tele”, aunque mi papa las llama “periódicos”.
Les puse ese nombre porque sale la misma sangre y los mismos moritos muertos en las portadas. Estas revistas las cambian cada día, así que nunca me aburren esas fotos.
Bueno, como es mi cumpleaños, les pedí al papa y a la mama un juego de consola.

Mis amigos no lo tienen porque sus padres dicen que son muy violentos (ellos solo tienen juegos de dibujos animados, y sin sangre, que hay muchos), pero a mis papas les da igual la sangre del videojuego, porque ellos ni siquiera saben lo que me compran.

Además, esos videojuegos me gustan mucho porque salen imágenes como los de la tele, aunque no me gusta que salgan tantas “advertencias”, como dice mi papa, sobre que es un juego prohibido para menores de dieciocho años.

Pero en el fondo, a mis papis les dan igual mis juegos, porque cuando se pone mi papi a pegar a mi mami, casi cada noche, a mi me mandan a jugar a la consola, así que me gusta que mi papa pegue a mi mami, porque cuando está pegándole, yo estoy viendo más sangre en mi pantalla, que la que hay en la cara de mi mami.

Hoy, al salir del cole, una niña me ha llamado tonto porque le he tocado las tetas, así que yo le he tocado entre las piernas y me ha pegado. No sé porque se enfada tanto por tocarle, las chicas de las revistas se lo tocan mucho y parece que les guste.

Cuando jugaba en el parque a la pelota, un niño me la ha quitado, y yo le he tirado una piedra a la cabeza, como los moritos de la tele, pero con menos sangre, y encima se pone a llorar y su mamá me ha pegado en la cara. No sé porque se pone así, si es normal, porque yo lo he visto en la tele y no pasa nada.

Para acabar, mis papis me han dado otro regalo: me han dicho que van a traerme un hermanito. ¡Que guay! Cuando llegue, haré con él “la foto del año”, y, tal vez, gano mucho dinero y mis papis me compran más chucherías, más juegos para mayores y, quizá, alguna revista de ésas de imágenes de la tele o tetas grandes.

Tengo cinco años, me gustan las tetas, la sangre, los muertos, la violencia y que mi papi pegue a mi mami. Y no pasa nada, porque es normal, porque mis papis me dejan hacerlo todo, aunque le echen luego la culpa a la tele, las revistas, los juegos o al colegio, para ellos es normal, y todo eso, para mi, es normal.
¿O no?
¿A ustedes que les parece?

[Pau Gonzàlez]

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