Semejante tolerancia y amplitud de corazón, que lo perdona todo porque lo
comprende todo, es para nosotros viento de sirocco.
Vale más vivir entre los hielos que entre las virtudes modernas y otros vientos
meridionales...
Fuimos bastante valerosos; no tuvimos clemencia ni para nosotros ni para los demás; pero por largo tiempo no sabíamos dónde nos conduciría nuestro valor.
Nos volvimos sombríos, nos llamaron fatalistas.
Nuestro fatum era la plenitud, la tensión, la hipertrofia de las fuerzas. Teníamos sed de rayos y de hechos; estábamos muy lejos de la felicidad de los débiles, de la abnegación,
En nuestra atmósfera soplaba un huracán; nuestra naturaleza se oscurecía
porque no hallábamos ninguna vía.
Esta es la fórmula de nuestra felicidad: un si, un no, una línea recta, una meta.
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