La amistad es como un laberinto, y tiene rincones que no son visibles desde el exterior, quedaron sumergidos en mi memoria tus gestos y nuestra conversación.
Quiero atrapar los instantes de luz que generas, ser capaz de memorizar todas las idas y venidas que se nos van quedando.
No nací sabiéndo, ni conociéndo... pero simplemente un día te encontré y te regale mi confianza.
En la misma nube se dibujan juntos todos los tesoros que me ofreces de forma desinteresada y cada uno de mis intentos por ser mejor.
No es algo a lo que me sienta obligada, forzada; simplemente quiero alejar los bordes y los límites que nos rodean, y que no nos crezcan malas hierbas al borde del camino que estamos construyendo.
Tiéndeme la mano, abre las ventanas, mírame de frente y no necesitaremos ir dejando señales en las esquinas.
Puedo decirte una y mil veces que en cada abrazo hallaría un nuevo milagro.
Gracias por morir con mis secretos ... ambos lo haremos igual.