A mediados de 1974 explotaban en Buenos Aires diez o doce bombas por la noche. De distinto signo, pero explotaban. Despertarse a las dos o las tres de la madrugada con varios estruendos en cadena, era casi una costumbre. Hasta los niños se hacían a esa rutina.
Un amigo porteño empezo a tomar conciencia de esa adaptación a partir de una noche en que hubo una fuerte explosión en las cercanías de su apartamento, y su hijo, de apenas cinco años, se desperto sobresaltado.
"¿Que fue eso?", preguntó. Mi amigo lo tomó en brazos, lo acarició para tranquilizarlo, pero, conforme a sus principios educativos, le dijo la verdad: "Fue una bomba". "¡Que suerte!", dijo el niño. "Yo creí que era un trueno".
[Despistes y Franquezas 1990.]
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Cronos es
Lo que busco y encuentro
Encuentro mi tiempo
Mi cuerpo latiendo en mi tiempo
El saber que todo el tiempo me tiento
Mi cuerpo infringiendo momentos
Nunca me marié
Marqué el tiempo sin saber
Lo que es justo no me insulto
Prefiero mis asuntos
El tiempo se fue
Y sigue siendo nuestro juez
En este mundo nunca insulso
Tampoco es muy injusto
Conocer
El mundo entero, eterno, etereo, contento
Saber disfrutar mis momentos
El placer yo siempre mezclo
No es un anexo al contexto
Es mucho más que un pretexto
Cronos es lo que busco
Mi cuerpo latiendo
El saber que todo el tiempo
Mi cuerpo infringiendo momentos
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